Tegueste

Islas Canarias

Ubicado en la Comarca Nordeste de la Isla de Tenerife, el municipio de Tegueste tiene como límites geográficos, por el este, las estribaciones del Macizo de Anaga; al sureste, por La Montaña Bandera y La Mesa Mota; y al suroeste, por la cadena montañosa que lo separa de la Vega de La Laguna, con altitudes máximas en El Picacho del Roque (848 metros) y la Montaña de La Atalaya (775 metros).

Destacan dos amplios valles en el municipio, el de El Socorro, y el de Tegueste. Es en estos lugares donde se concentra la población y las actividades agrícolas.

Los barrios de Tegueste se envuelven con el aroma que baja de sus montes de Laurisilva y en sus valles, la agricultura engrandece la calidad de sus productos, base de la gastronomía y de sus afamados vinos.

La visita inexcusable al Conjunto Histórico Artístico nos recuerda que estamos en un pueblo de carácter eminentemente campesino que, junto a un conjunto de edificios de interés patrimonial, guarda aspectos y características de las tradiciones rurales, tan habituales en tiempos pasados.

Disfrutar de su música popular nos lleva al encuentro de un acervo cultural muy antiguo, que inicia la Danza de las Flores con su tajaraste y siguen otros grupos que forman vecinas y vecinos de distintos lugares de Tegueste, lo que sirve de reclamo para conocer de cerca celebraciones festivas como La Romería, La Librea o las fiestas patronales de los barrios.

Todo ello se adorna del carácter acogedor de sus gentes, dispuestas a mostrar y compartir la rica herencia de sus tradiciones cuidadas generación tras generación conscientes de su importancia en los sentimientos de un pueblo que respeta su pasado.

Premio Mejor Pueblo Cultural

La Villa de Tegueste postula al premio de mejor pueblo cultural por su profundo arraigo a las tradiciones y su dedicación constante a su cuidado, preservación y difusión de las mismas.

Las costumbres son parte esencial de la identidad de los teguesteros y teguesteras, que cada año son testigo de eventos emblemáticos que refuerzan el arraigo a la villa. La Romería de San Marcos, la Librea, los Barcos de Tegueste, la Danza de las Flores, y todo lo que les rodea, son algunas de las tradiciones que subrayan la riqueza cultural del municipio.

LA ROMERÍA

La Romería en Honor a San Marcos Evangelista se celebra desde 1969 el último domingo del mes de abril, siendo unas de las principales citas con la tradición y costumbres agrarias y ganaderas de Canarias. Miles de personas (45.000 los últimos años) acuden al casco de Tegueste, para ver al Santo en procesión acompañado de las carretas tiradas por yuntas de ganado, repartiendo productos del campo, danzas, grupos folclóricos, rebaños de cabras y ovejas y romeros ataviados con la vestimenta tradicional.

Las Carretas son las auténticas protagonistas de la celebración, ya que simbolizan los valores culturales e históricos del pueblo teguestero. Para su elaboración, los carreteros se reúnen durante varios meses, desarrollando un intenso trabajo artesanal, tanto en el motivo (alegoría sobre la que se realiza el diseño general) como con los paneles de grano de los laterales, que hacen de las carretas un icono único en todo el Archipiélago.

La vestimenta tradicional características del municipio viene definida por los manuscritos de don Antonio Pereira Pacheco (1790-1858), conocido como el «Prebendado Pacheco», quien fue el párroco de Tegueste desde 1842. Su figura adquiere relevancia por su contribución en el crecimiento del municipio, convirtiéndose en un defensor del progreso a través de la ilustración y la cultura. Como gran cronista y dibujante dejó obras de gran valor documental, que han servico como un instrumento clave para que pervivan las costumbres y tradiciones en la actualidad.

LA LIBREA DE TEGUESTE

La representación de la Librea se celebra cada cuatro años, los primeros días de septiembre, en honor a Nuestra Señora de Los Remedios, alcaldesa perpetua de la Villa de Tegueste, y consiste en la escenificación de la lucha simbólica entre el bien y el mal, en el marco de una batalla ambientada en el antiguo Régimen, donde los soldados teguesteros defienden el castillo de los ataques de los invasores.

Los elementos de la Librea de Tegueste son la Milicia (conjunto de personas que ejercían labores militares de manera voluntaria en el ámbito de la Comarca); los Barcos tirados por yuntas de ganado (símbolos de la Villa que datan de principios del siglo XVII); la Danza de las Flores, que consiste en unos arcos adornados de flores y lazos sujetos a un mástil, llevando en la parte superior un penacho de flores a modo de corona, en torno a la que danzan seis bailadores ataviados con sombreros con flores; y la batallar entre los Barcos y el Castillo.

El ritual de la fiesta parte de la concentración de los tres barcos (Pedro Álvarez, San Luis y Tegueste, a los que posteriormente se añadió el de El Socorro), representantes de los barrios o “cuarteles” que participaban en la fiesta. Es tradición que cada barco pida la participación de los vecinos de su “cuartel”. El dinero recolectado les sirve para comprar fuegos artificiales que le queman a los copatronos San Marcos Evangelista y la Virgen de Los Remedios, cuando se celebra La Librea.

LOS BARCOS DE TEGUESTE

Los barcos es costumbre que acompañen a San Marcos o a la Virgen de los Remedios en sus respectivas fiestas con un orden predeterminado (Pedro Álvarez, Tegueste y San Luis, inicialmente). Tal orden se altera cuando, por el motivo que fuera, no lo pueden acompañar, en tal caso pierden su turno y pasan al último lugar.

El Prebendado Don Antonio Pereira Pacheco, cura párroco de este pueblo entre 1842 y 1858 en su manuscrito «Historia de Tegueste» señala como ancestral costumbre la librea, danza, loas y barcos. Describe que en la fiesta se encuentran “ventorrillos que animan su plaza, los fuegos artificiales en la víspera por la noche, algunos entremeses campesinos, y, sobre todo la antiquísima costumbre de correr la víspera por la tarde y día por la mañana, concluida la procesión, de unos barcos tirados por bueyes, que forma el embeleso y reunión de estas gentes y que si se quitara cesaría sin duda la concurrencia a la fiesta”.

Estos navíos compiten entre ellos en vistosidad y espectacularidad de sus fuegos. La manifestación tradicional más genuina era sin duda las carreras en competencia, que tenían lugar tras la procesión y que por su peligrosidad ya no se celebran. La descripción que sobre ellas nos proporciona Cotteau en 1888 es muy expresiva: “durante media hora las campanas se han echado al vuelo, produciendo un ruido ensordecedor, pues las carreras van a comenzar. ¡singulares carreras! Los carros-barcos, tirados por dos bueyes, corren cada uno a su vez. Un campesino joven, simplemente vestido de una camisa y un calzón corto, se hace con una mano de un cuerno de los bueyes y con otra blande un palo. Es preciso que se mantenga en esta posición, mientras que sus camaradas hostigan a la yunta y la excitan con sus gritos salvajes para acelerar la carrera. El trayecto no es largo, pero muy difícil, porque se trata de enfilar una calle bastante estrecha que tuerce repentinamente”.

LA DANZA DE LAS FLORES

La Danza consiste en unos arcos adornados de flores y lazos con diferentes matices sujetos a un mástil. En la parte superior lleva un penacho de flores a modo de corona. Alrededor del mástil danzan los bailarines el tajaraste al son del tambor y las castañuelas. Al tajaraste, antiquísima danza, se le relaciona con antiguos ritmos populares de tambor y, en particular, con el de una danza barroca europea llamada precisamente «le tambourin».

La ejecutan de seis a doce bailadores, siempre en número par, vestidos de blanco con sombrero penacho de plumas y sobre el dorso dos anchas bandas de seda de diferentes colores, anudadas y colgando por los laterales.

La confección de la decoración de los sombreros y arcos es realizada artesanalmente por los propios integrantes de la danza utilizando los mismos procedimientos que sus antepasados.

En ella sigue vivo el recuerdo y la escuela creada por don José González Hernández, “El Tamborero”, su director por espacio de más de 60 años. Su hija Carmen González es la actual directora; los componentes que la integran son todos miembros de la familia de “los tamboreros”

Tal ha sido la importancia de su presencia a lo largo de siglos que, recientemente, la Corporación Municipal, le otorgó la Medalla de Oro de Tegueste, atendiendo a la prestación de servicios destacados y de gran valor cultural, etnográfico y social mantenidos a lo largo de siglos y que han redundado en beneficio de la comunidad vecinal.

La Danza de las Flores es un testimonio palpitante de la idiosincrasia teguestera y muestra viva de que la herencia cultural de un pueblo campesino y ganadero sigue presente en la fiesta de hoy y constituye un hermoso legado para las generaciones futuras.

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